sábado, 14 de octubre de 2017

un castillo de cristal

Una respetada periodista que oculta un secreto: el de su familia. Cuando era pequeña, Jeannete tuvo que crecer en un entorno disfuncional, marcado por las excentricidades de una madre que eludía la responsabilidad y por el alcoholismo de su padre, un hombre carismático y de gran imaginación cuyas historias conseguían distraer a los niños de su estado de pobreza, pero que cuando era presa de los efectos de la bebida se convertía en una persona impredecible y destructiva. Después de cosechar excelentes críticas con su anterior película, Las vidas de Grace, Destin Cretton adapta la novela autobiográfica de la periodista Jeannette Walls. Al igual que el libro, este largometraje se centra en la infancia de su protagonista como miembro de una familia desestructurada donde la pobreza se combinaba con comportamientos caóticos y, en algunas ocasiones, violentos; años que son narrados en este intenso drama desde una perspectiva entre el recuerdo cariñoso y la confesión dolorosa con la justa medida de emotividad. Centrada a su vez en la turbulenta relación padre-hija, hace concesiones a la audiencia en forma de momentos conmovedores y una historia de redención. La oscarizada Brie Larson (Kong: La Isla Calavera), que repite con el realizador tras Las vidas de Grace, interpreta a Walls en su etapa madura, mientras que Ella Anderson (Feliz día de la madre) y Chandler Head (Es la jefa) hacen lo propio con su versión más juvenil. Por su parte, los nominados al Oscar Woody Harrelson (La guerra del planeta de los simios) y Naomi Watts (La serie Divergente: Leal) dan vida a estos padres de cuestionables métodos pero que intentaron que sus hijos se valieran por sí mismos.


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