miércoles, 30 de diciembre de 2015

Macbeth

Lo primero que se pide a estas adaptaciones de grandes tragedias es la atmósfera. A ello dedica Justin Kurzel (Snowtown) la mayoría de sus escenas. Y como? Con mucha niebla de las islas británicas, sangre oscura, fango del de después de las batallas, cielos rojizos, y mezcla de ceniza de hogar con nieve vieja. Este Macbeth lógicamente va por  detrás de los de Welles, Polanski, y Agnus Macfadyen y por delante de Wright, Wajda y Abeola. Toda esta mezcolanza de suciedad dan un tono de terror, asco, oscuridad y brutalidad que confunde la tristeza dramática que se quiere infundir con una belleza de insomnio. El director australiano para diferenciarse ha eliminado toda teatralidad hasta llegar a ser imperceptibles incluso algunos diálogos que supone ya sabidos por el seguidor shakesperiano. Añadiendo al texto la muerte de un hijo que justifica toda la irracionalidad posterior, lo que consigue es deshumanizar a los interpretes y descender a niveles de realismo una obra clásica y emblemática en su modalidad. Si bien los círculos cinematográficos reconocen que es la mas fácil de adaptar, no lo ha sido para Kurzel, con la premoción de las brujas, las hermanas fatidicas, que auguran a un noble militar escoces que puede llegar al trono matando al rey. Luego el fanatismo y la ambición lo empujan a la locura quizá en la obra mas contundente del escritor británico. Michael Fassbender, Marion Cotillad, Sean Harris, David Thewlis y Paddy Considine procuran en su distorsionada interpretación acercarse mas al original. 

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