miércoles, 19 de noviembre de 2014

Vivir sin parar

Se equivoca Killian Riedhof al querer hacernos llorar de todas todas con su drama deportivo. Su meditacion sobre la tercera edad, su abandono social, la muerte próxima, la echa a rodar forzando a los personajes sin personalidad, todos demasiado amables y con coraje, familiares insensibles y enfermeras y cuerpo medico pasota. Juegos Olímpicos de Melbourne, 1956. El atleta alemán Paul Averhoff se convierte en leyenda viva de la maratón al ganar la medalla de oro. Hoy, tiene más de 70 años y reside en un asilo junto a su esposa Margot. La edad ya no respeta a quién fuese una gran figura del deporte alemán, en una vida sin alicientes donde los únicos entretenimientos son cursillos de manualidades. Pero Paul se resiste a aceptar su destino y comienza a salir a correr para prepararse para la próxima maratón de Berlín. Drama sobre la vejez, con tintes tragi-cómicos, protagonizado por un ex atleta, ya en la tercera edad, que decide acompañar a su mujer con problemas de salud a un geriátrico ante la insistencia de su hija. El director de televisión alemán dirige esta interesante cinta crepuscular. El actor Dieter Hallervorden (¡Alerta! Carga peligrosa) abandona sus habituales registros cómicos en el medio televisivo para encarnar a este hombre septuagenario. Le acompañan, Tatja Seibt (Formentera, Heike Makatsch (La ladrona de libros)y Frederick Lau.

No hay comentarios: