lunes, 17 de febrero de 2014

Teatre Porta 4

UN ESPACIO NEGRO EN UNA ESTACIÓN DEL CEREBRO

La obra esta escrita con unas secuencias de movimientos artísticos y giros que exige mucha compenetración entre baile, estatismo y música.Los tres actores, Samuel, Quiles,(director) Lucila Teste y Mónica Serra, la chica y el músico mecánico contienen en todo momento el ritmo de la representación y su sincronización en las entradas y salidas.del espacio imaginario. La dictadura franquista y la posterior transición han sido  despolitizadas progresivamente de la sociedad española. No hay realismo en una obra donde la tecnología de la información, entierra a los 156.000 casos documentados de los ”desaparecidos de Franco”.
Deformacion de la  responsabilidad, caricatura del pasado, acceso limitado a la información digital y grupos, grupúsculos que se integran en posiciones equivocadas.Como en un juego del monopoly, cada uno adquiere su casita, se esconde del olvido, rehuye la memoria y nunca ve el futuro que hace tiempo ha partido.
En Apagón Analógico 2.0 se plantea la transición española a través de la relación entre una víctima y su verdugo. Crueldad y dolor disfrazados de gominolas que comparten, también a la fuerza,  los espectadores. El torturador ahora es enterrador y las victimas siempre sacan un brazo de la tumba. El fuego que no esta, se añadirá a la tierra, carne, agua y aire que se hipnotizaran viendo circular un tren que podría ser el del ultimo destino, el exterminio.Apagón holocausto, extrapolable a cualquier otro país donde se produce un apagón no querido.De eso sabe esta argentina que salpica con pequeñas bromas la insoportable inutilidad de la denuncia.
Otros actores acompañan a los de carne hueso. Una formación de  soldaditos de plástico que se va transformando hasta convertirse en un campo de batalla, con humo, agua y sangre,  televisores que reproducen escenas de vídeo muchas veces documental y un músico que genera la música y los efectos de sonido con aparatos analógicos creados por él mismo.

La obra está organizada en tres actos: el olvido, como símbolo del presente, la memoria, como símbolo de pasado y el devenir, como símbolo de lo que vendrá. Ahí nos quedamos. Con un final silencioso, mudo a la espera de la próxima estación que para bien del espectador, no tendrá topes, pero si aplausos de redencion.

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