lunes, 12 de enero de 2009

IMPORT / EXPORT

La literatura de Thomas Bernhard y Elfriede Jelinek o las películas de Michael Haneke y Ulrich Seidl no parecen extender una invitación precisamente amistosa a elegir Austria como próximo destino turístico. En el año 2001, el cineasta aparcó momentáneamente el registro documental para abordar un primer trabajo de ficción -Dog Days- que dibujaba un desalentador mapa moral de Austria hecho de soledades insondables, violaciones colectivas, sexo más o menos enfermizo y la más provocadora interpretación del himno nacional que el escaso miedo al exilio pueda concebir.
Dog Days tenía fuerza, desestabilizaba al espectador y, también, abría la puerta al prudente abandono de la sala de proyección, pero pecaba tanto por exceso que Seidl parecía lo que no era: un Michael Haneke de serie B. Seis años y tres trabajos documentales de dispar duración más tarde, el cineasta vuelve a la ficción y amplía su campo de intereses: Import/Export se atreve a salir de Austria para esbozar un mapa de Europa, porque, en buena medida, Seidl parece entender que su sombría Austria no es más que la metonimia de la Europa futura Import/Export describe los trayectos inversos de una joven ucrania que, tras una grimosa experiencia de prostitución virtual, viaja a Viena en busca de una vida mejor, y de un joven vienés aprendiz de guardia de seguridad. Como imaginará todo espectador que haya tenido ocasión de conocer el cine de Seidl, tanto al principio como al final del camino no habrá más que sordidez, miseria humana y desesperación, pero, contra todo pronóstico, en esta ocasión parece brillar, por decirlo de algún modo, la tenue luz de una frágil humanidad en el fondo del pozo.

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