jueves, 15 de mayo de 2008

Ausente

Kimberly Peirce es una directora que aborda temas dificiles y se niega a darle formas fáciles. Ya lo hizo en la oscarizada Boys d'ont cry donde la autora ya miraba con interés y amor las dificultades muchas veces crudas de la llamada América profunda. La historia del retorno de un soldado de la guerra, la que sea, siempre es igual de rabiosa de repetitiva, de diluida y sin significado ni sentido. Así pasaba en El cazador, y el Vuelta a casa y en esta ocasión Peirce no ha podido ni querido disimular sus emociones recordando que su hermano estuvo en Irak. Con la consiguiente peligrosidad de caer en una cierta venganza del sistema y el morbo que da poderlo hacer desde un medio tan potente como el cine.
Habla el film del stop loss, martingala que permite al ejercito norteamericano volver a enviar a sus soldados aunque hayan cumplido su compromiso militar. Este bonito fenómeno, esta regla ha implicado ya a mas de 80000 jóvenes desde que empezó la búsqueda de las armas de confusión masiva. La moral y ética respuesta de uno de ellos es lo que ocupa el protagonismo del film que interpreta Ryan Phillippe. La patria se enfrenta a la libertad individual y el film señala con el cañón de filmar las terribles secuelas que deja en sus niños hombres. No importa que la historia se repita. Hay muchos ausentes y mucho silencio aunque todos sepamos donde están.

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