miércoles, 10 de octubre de 2007

Siete mesas de billar frances y una única abuela

Con la magnifica partida de billar de "La huella" de Mankiewicz al fondo y ante el estreno inminente de su remake, quiero pensar que Gracia Querejeta la vio, así como debió repasar "El buscavidas" o "El color del dinero", aunque el sentido del humor que impregna su película me sugiere mas Mankiewicz.
El film además de la nostalgia y el revival que representa reflotar un negocio de siete billares desvencijados al desaparecer su dueño, significa también la posibilidad de resurgir dos vidas de mujer en un momento esplendido de sus carreras de madurez;Maribel Verdu y Blanca Portillo, reconocida ésta en el festival de San Sebastian reciente. Al fondo, en las brumas alrededor de las mesas, un conjunto de hombres adosados a la pared como los palos con la punta enyesada haciendo sonar el choque de bolas con todos los sentimientos encontrados mas humanos conocidos. Y persiguiendo la bola negra dos personajes. Enrique Villen, el afecto y Amparo Baró, aquella abuela maravillosa, que coordina la vida de todos, combinando silencios con besos, y dando amor desde la ingenuidad y sencillez a cambio de una sonrisa. Y así hasta sus últimos suspiros racionales.

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